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viernes, 7 de marzo de 2014

El extraordinario caso que relativiza los vómitos de Messi

Lo sucedido con Leo Messi en el partido amistoso ante Rumanía, su repentino vómito sobre el césped, suele responder a un patrón mucho más habitual de lo que se presume en el mundo del deporte.
La imagen del argentino Leo Messi vomitando sobre el césped el pasado miércoles en el partido amistoso ante Rumanía ha dado la vuelta al mundo.
El astro admitió que no es la primera vez, incluso que le suele ocurrir con cierta frecuencia y que aún no tiene claro el motivo.

En una entrevista concedida a TyC Sports Messi expresaba lo sucedido en los siguientes términos: “Me pasa seguido en los partidos, en los entrenamientos, cuando estoy en casa. No sé bien qué es. Me hice miles de estudios. A veces me pasa en el partido antes del partido. Me agarran arcadas, termino casi vomitando y ahí se me pasa”.
Su técnico en el Barcelona, Gerardo ‘Tata’ Martino, admitía este viernes haber hablado con él sin llegar a conclusión alguna. “He hablado con él y le pasa habitualmente. Incluso ha visto especialistas”, contaba Martino. “Entiendo que no es algo normal pero no le afecta a su trabajo”, añadía.
El director de la Clínica Fundación FIATC en Barcelona, el endocrinólogo Gonçal Lloveras, afirmaba que lo sucedido a Messi puede obedecer “a un mareo típico tras realizar un sobreesfuerzo por una carrera larga o algo así”. A su juicio, el único motivo de preocupación tendría otra naturaleza. “Lo único que hay que valorar es si existe algún problema en particular”, formulaba.
El caso es que si bien no parece normal, como apuntaba Martino, los vómitos en el deporte no son tan infrecuentes como pueda presumirse. Hace dos meses un vídeo grabado por Usain Bolt en el que aparecía vomitando al término de un duro entrenamiento demostraba la estrecha relación entre el sobreesfuerzo y los vómitos.
No han sido pocos los deportistas que vomitaron antes, durante o después de su actividad física. Según apuntan los especialistas los vómitos suelen tener como detonante situaciones de estrés y alta tensión emocional propias del deporte de elite.
Como ejemplo acude el piloto británico James Hunt, cuya figura perfila el reciente éxito de taquilla Rush (Ron Howard), que solía vomitar antes de subirse al monoplaza en cada carrera por la enorme intensidad nerviosa que le acarreaba cada prueba. Al hacerlo su cuerpo volvía a la calma.
Pero tal vez el caso más extraordinario en relación a esa respuesta del cuerpo a los nervios lo representa Bill Russell, el jugador más laureado en la historia de la NBA con once títulos entre 1957 y 1969.
Russell fue campeón olímpico con el equipo de los Estados Unidos en los Juegos de Melbourne de 1956. Al cabo dio el paso a profesionales con su equipo de toda la vida, Boston Celtics, a quienes lideró en la dinastía más brillante y prolongada en la historia del deporte americano, dinastía que incluye la consecución de ocho títulos de forma consecutiva.
Uno de los aspectos más desconocidos de su biografía deportiva es que Russell solía vomitar antes de cada partido. Comenzó haciéndolo por nervios, fue acostumbrándose y terminó convirtiéndolo en un ritual ineludible.
Él mismo lo explicaba así: “Antes de cada partido vomitaba. Y si hubiera jugado dos partidos por día habría vomitado dos veces”. El rito llegó a alcanzar tal simbología en el grupo que si por alguna razón Russell no vomitaba los compañeros se preocupaban sabiendo que esa noche su líder no estaría en las mejores condiciones, lo que equivalía a sufrir problemas.
Prueba de ello es la ocasión en que su entrenador, el legendario Red Auerbach, necesitaba especialmente el cumplimiento de esta superstición y al ver que Russell no lo hacía su técnico se lo ordenó: “¿Se puede saber qué demonios haces? ¿Vas a vomitar de una vez?”.



Para un jugador que sobrepasó el millar de partidos en su carrera sorprende que Russell no padeciera, a la larga, problemas intestinales severos. De hecho el pasado 12 de febrero el mito cumplía 80 años, que luce de vez en cuando en los pabellones NBA en los homenajes que recibe.
Estos y otros muchos ejemplos relativizan, pues, lo sucedido con Leo Messi no solo en el amistoso contra Rumanía. Sino en todas las demás ocasiones. Mientras ello no le suponga, como insinuaba Martino, ningún otro problema añadido.

Por: JK para Eurosport.

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